Fuimos para una boda . LLegamos al atardecer, nos recibió el propietario, encantador y amable nos iba enseñando la villa. A cada estancia, abríamos la boca, porque si en las fotos se aprecia su belleza, el verlo todo tan amplio, con tanta luz, ventanas por todos lados, distribución perfecta, varias terrazas, jardín con fuente, libros de arte; no supimos qué decir.
Puedo decir, que no nos movimos en tres días. El silencio, la tranquilidad, el frescor bajo el gran árbol , con el columpio y las vistas al valle maravillosas nos impidió salir hasta el momento de la ceremonia. Sin duda, volveré.