Un hotel muy diferente a los de las grandes cadenas, tranquilo, intimo, como estar en tu casa pero en el paraiso. Las habitaciones son de madera. Tan solo dispone de 9 habitaciones, situado en un motu frente a tahaa en medio de la laguna con vistas al bora bora y monte otemanu en el horizonte, el lugar es un remanso de paz.
Desde la habitación se ve atardecer, si andas al otro lado de la isla 300 metros veras el amanecer. El trato del personal es excelente, simpáticos, agradables y trato cercano distinto al de un gran hotel, harán que tu estancia sea inolvidable.
Muy respetuoso el con el medio, delante de la habitación hemos visto cangrejos, salamanquesas y muchos otros animales inofensivos que hacen que te sientas en un lugar virgen e inexplorado.
El hotel tiene wifi incluido (y funciona bien) el snorkeling es muy bueno y tienen gran variedad de actividades (avisad con la mayor antelación posible para reservarlas).
Es obligatorio escoger media pensión dada la ubicación del mismo en una pequeña isla. Las cenas espectaculares, una cena gourmet todos los días, el chef es excelente. La comida es una mezcla de sabores franceses, asiaticos y tahitianos.
Si lo q buscas es tranquilidad, huir de la aglomeración de los grandes hoteles, una cocina y trato cercano este es tu hotel.
Hemos estado 3 noches y creo que por lo menos debería haber reservado 1 mas.
Espero volver aquí algún día, sin duda 100% recomendable.