Es un hotel boutique relativamente pequeño, pero con todas las facilidades de un hotel grande. Nuestra habitación era hermosa, súper limpia, en perfecto estado, y amplia. Tenía un balcón con vista a la playa.
Para ir Carlisle Beach donde están las tortugas marinas desde el hotel se puede tomar un taxi o un bus (van). Por precio y experiencia recomendado ir en bus.
La comida del restaurante es delicioso.
Las personas son amables. Aunque culturalmente las personas pueden parecer más “dominantes” que en otras partes. Varias veces me sentí como una niña recibiendo órdenes o instrucciones de un profesor. Pero luego me di cuenta que es un asunto cultural de buscar hacer las cosas muy bien y correctamente.