He pasado cuatro semanas de vacaciones en Cuba con mi marido y tengo que decir que el Meliá Habana salvó mi estancia en La Habana. En un principio tenía hecha la reserva en un hotel emblemático de 5 estrellas, que todo el mundo conoce en esta ciudad, pero aquello parecía la casa de los horrores, la habitación estaba llena de bichos, con hormigueros y cucarachas como elefantes y en diez días sufrimos dos inundaciones de la habitación por rotura de no sé qué tubería, lo que lógicamente supuso cambio de habitación, o sea incomodidades, el desayuno en vez de "darlo" lo "tiraban", como si el comedor fuera una cochinera y los huéspedes los animales, en fin, un desastre que nos estaba amargando las vacaciones. El quejarnos, aparte de recibir buenas palabras, no servía para nada, porque la culpa era del "bloqueo", y claro en nuestra cabeza no entendíamos que culpa tenían los bichos de nuestra habitación y la pocilga del comedor con el bloqueo. Todo eso sumado a un cúmulo de calamidades que es mejor ni referir.Pero un conocido nos recomendó que nos mudáramos al Meliá Habana. Allá fuimos y comentamos nuestras penurias.
En ese momento se volcaron con nosotros, todo lo que habían sido sinsabores se transformó en dicha, la habitación que nos dieron estaba reluciente, comodísima, con unas vistas maravillosas, el desayuno con una presentación esmerada, bien cocinado, variado, y ante cualquier mínima petición que presentábamos al personal, incluso en los límites de sus obligaciones, nos la satisfacían inmediatamente, sin excusas de "bloqueos" con una amabilidad innata.
Tengo que dar las gracias al Hotel Meliá Habana, a todo su personal por y especialmente a su Director General Stefano Sturni, por salvarnos las vacaciones en Cuba y salvar la imagen de este maravilloso país.