Se trata de un hotel boutique ubicado en el centro de la Habana vieja, en la zona peatonal y muy comodo para visitar la ciudad, cerca de calle mercaderes. La estancia en este hotel te ayuda a identificarte por completo con el sentir de la ciudad. Si bien es cierto que carece de algunos detalles, su magnifica arquitectura y sus habitaciones coloniales te trasladan en el tiempo. Nos alojamos en una habitacion junior suite muy amplia en la tercera planta. El desayuno es correcto, y la amabilidad del personal muy buena. Es hotel es perfecto para aquellos que busquen un hotel boutique alejado de las grandes cadenas hoteleras aunque prescindiendo de algunos servicios.

Este hotel -gestionado por Habaguanex- está en plena Habana Vieja, al lado de la preciosa y bien restaurada Plaza Vieja. Se ubica en un magnífico edificio de principios del siglo XX, con esbeltas columnas coronadas por una soberbia bóveda con vidrieras: vale la pena entrar en el hall del hotel para contemplarlo por dentro. A partir de aquí, todo empieza a ser de menos calidad. Algunas habitaciones -como la que yo estuve- son totalmente interiores, con lo que no sólo no hay vistas exteriores sino que se depende del aire acondicionado en todo momento. La decoración es sobria y la iluminación claramente insuficiente. La bañera estaba amarillenta lo que parece causado por la calidad del agua que se utiliza. Lo peor, para mí, fue el desayuno: insuficiente, con pocos alimentos de interés y mal servicio. Pasando a otras cosas, en el hall hay un solo ordenador para los clientes, pero en los días que estuve no tenían tarjetas para poderlo utilizar.
En resumen: magnífico edificio, bien restaurado, pero con habitaciones pobres y más bien deterioradas. Y todo ello con servicio típicamente cubano, O sea, lento, poco atento y deficiente.