Acabamos de regresar del hotel Paradisus La Perla y ha sido una de las mejores experiencias de nuestra vida.
El hotel es espectacular, entre otras cosas porque es relativamente pequeño y no un macrocomplejo, con lo cual te puedes sentir como en casa, y por su situación, a distancia de paseo de Playa del Carmen. Las instalaciones son amplias, cómodas, con encanto, con una decoración moderna fantástica y están limpísimas y muy cuidadas. El Servicio Real es increíble, con esas habitaciones comodísimas y maravillosas, con un cuarto de baño de ensueño y de una limpieza exquisita. Y el servicio de mayordomos funciona como un reloj, dispuestos a atender cualquier petición con la mayor rapidez posible y hacerte sentir como en casa. Mención especial merece la recepción del Servicio Real donde nos trataron magníficamente bien.
En cuanto a los restaurantes, los hay para todos los gustos y a cada cual mejor, todos con una decoración elegante, acogedora y preciosa. Entre ellos el restaurante Fuego, donde comimos la mejor carne que hemos probado jamás - una chuleta de ternera que cada vez que me acuerdo se me saltan las lágrimas- (gracias a Rafael que nos atendió de maravilla y nos aconsejó muy bien); el restaurante Passion con un menú degustación espectacular que disfrutamos muchísimo (y que Adrián se encargó de presentarnos, explicarnos y atendernos de fábula); el Bana con su mesa de Teppanyaki donde tuvimos una cena muy divertida y buenísima (gracias al buen hacer con la plancha Mario y a la exquisita y simpática atención de Cecilio); La Palapa donde nos dispensaron un trato cercano y magnífico con un risotto de aupa (gracias Rosalma); The market donde almorzamos varios días y nos trataron siempre de forma maravillosa, buscándonos siempre el lugar más fresco para sentarnos y donde comimos una arrachera tan rica y tan tierna que no se necesitaba ni cuchillo para cortarla; el Vento donde Gilberto nos atendió de lujo y nos hizo sentir muy bien con su simpatía. En fin, todos los restaurantes espectaculares. La única pega quizás es que los postres, aunque están buenos, no están a la misma altura del resto de la comida.
En cuanto a las instalaciones de la piscina, las de Royal Service no pueden ser mejores, con esas palapas para dos donde te puedes tumbar a leer a la sombra y creerte de verdad que estás en el paraíso, igual que en las camas de la playa, donde no se puede estar más relajado y más a gusto. La playa, aunque es estrecha, es muy bonita, de arena blanca, con un mar azul turquesa y da gusto pasear por ella, sobre todo porque puedes ir andando hasta Playa del Carmen encontrando por el camino zonas totalmente vacías donde puedes sentir que tienes todo el Caribe solo para ti.
En fin, que ha sido el hotel donde mejor nos han tratado y donde mejor nos han hecho sentir, con una atención y un servicio increíbles y que estamos seguros de que repetiremos, espero que en un futuro no muy lejano.