Creemos que el cliente siempre "debería" tener la razón. No es el caso.

Hicieron una reserva para 8 "adultos", la cual poco a poco fue creciendo hasta incluso superar el límite. Por hacer un favor y ante sus peticiones, no pusimos pegas y fueron todos registrados.

El calentador, completamente nuevo y con apenas 2 meses de uso, se estropeó el día anterior de un modo imprevisible, como suelen suceder estas cosas. Tras horas de intentos fallidos para repararla, el servicio técnico oficial nos comunicó que, en cuanto llegara la pieza necesaria, vendrían a repararlo con urgencia. Así se le comunicó inmediatamente a las clientas.

Debido a un problema de fuerza mayor como este se puede anular una reserva sin problemas ni penalizaciones para ninguna de las dos partes, pero dado que las interesadas eran las clientas preferimos conocer su parecer antes de proceder.

Quedarse en sus casas hubiera sido una opción, aunque no fuera lo planeado. Nosotros insistimos en que dependíamos del servicio técnico, y que, SI HABÍA SUERTE, igual podrían venir a lo largo de su estancia, pero que no se podía asegurar nada. La clienta contestó, en nombre del grupo, que si a nosotros no nos importaba que por ellas no había problemas y que, mientras hubiera agua para cocinar, ellas eran (textualmente) "chicas jóvenes y que podían ducharse con agua fría". FUE SU DECISIÓN.

Una vez aquí, les insistimos en que entendíamos el inconveniente y que entenderíamos que quisieran marcharse... No sólo no se marcharon, sino que fueron llegando más en los días sucesivos. Días en los que, en reiterados momentos, increparon y demandaron de muy malos modos a la propietaria, acorralándola entre varias clientas, exigiendo compensaciones económicas por los perjuicios, ante lo que se les respondió, hasta la saciedad, que conocían la situación y sabían que dependíamos todos del servicio técnico, ante lo cual aceptaron venir igualmente. Ahora no era el momento de aquellas exigencias económicas.

Nosotros tampoco recomendamos nuestra casa a gente que grita como si estuviera en la selva, hasta las tantas de la madrugada. A quien no respeta unas mínimas normas de convivencia, con escándalos nocturnos, ya que es irónico que hayan sido LAS PROPIAS CLIENTAS LAS QUE ESTUVIERAN DE FIESTA EN EL JARDÍN, vociferando como energúmenas, y de las cuales recibimos quejas de todo el barrio (desde el interior de nuestra propia casa pudimos escuchar claramente gritos ebrios con frases como "se nos ha acabado el vodka, tenemos que pasar a la ginebra", o "no importa tía, nos quedan botellas de vino").

Tampoco la recomendamos a personas que, en tiempos de COVID, se emborrachan y ENTRAN EN UNA VIVIENDA AJENA (no fue dentro de la casa rural tal como dicen, y ellas lo saben perfectamente), TRASPASANDO LA PUERTA Y SUBIENDO HASTA UN 1⁰ PISO POR LAS ESCALERAS a burlarse de quien está en su casa (recordamos que disponemos de un teléfono operativo las 24H, así como de timbres en las puertas para personas civilizadas, para cualquier queja, sin falta de irrumpir en propiedad ajena a las 5 de la madrugada, en un estado un tanto dudoso y lamentable, y muertas de la risa).

Por nuestra casa han pasado familias y grupos de gente joven que han tenido un comportamiento ejemplar, pero somos intransigentes con las normas de la limpieza (más aún en los tiempos que corren) y del saber estar.

No se admite, bajo ningún concepto, la prepotencia ni la mala educación escondida tras unos modales "exquisitos", típicos de "niña bien" (y mucho menos los delitos). Aún sois jóvenes, tenéis tiempo de demostrar la educación que, sin duda, habrán tratado de enseñaros vuestros padres.

Esperamos no volver a veros nunca.

Creemos que el cliente siempre "debería" tener la razón. No es el caso.

Hicieron una reserva para 8 "adultos", la cual poco a poco fue creciendo hasta incluso superar el límite. Por hacer un favor y ante sus peticiones, no pusimos pegas y fueron todos registrados.

El calentador, completamente nuevo y con apenas 2 meses de uso, se estropeó el día anterior de un modo imprevisible, como suelen suceder estas cosas. Tras horas de intentos fallidos para repararla, el servicio técnico oficial nos comunicó que, en cuanto llegara la pieza necesaria, vendrían a repararlo con urgencia. Así se le comunicó inmediatamente a las clientas.

Debido a un problema de fuerza mayor como este se puede anular una reserva sin problemas ni penalizaciones para ninguna de las dos partes, pero dado que las interesadas eran las clientas preferimos conocer su parecer antes de proceder.

Quedarse en sus casas hubiera sido una opción, aunque no fuera lo planeado. Nosotros insistimos en que dependíamos del servicio técnico, y que, SI HABÍA SUERTE, igual podrían venir a lo largo de su estancia, pero que no se podía asegurar nada. La clienta contestó, en nombre del grupo, que si a nosotros no nos importaba que por ellas no había problemas y que, mientras hubiera agua para cocinar, ellas eran (textualmente) "chicas jóvenes y que podían ducharse con agua fría". FUE SU DECISIÓN.

Una vez aquí, les insistimos en que entendíamos el inconveniente y que entenderíamos que quisieran marcharse... No sólo no se marcharon, sino que fueron llegando más en los días sucesivos. Días en los que, en reiterados momentos, increparon y demandaron de muy malos modos a la propietaria, acorralándola entre varias clientas, exigiendo compensaciones económicas por los perjuicios, ante lo que se les respondió, hasta la saciedad, que conocían la situación y sabían que dependíamos todos del servicio técnico, ante lo cual aceptaron venir igualmente. Ahora no era el momento de aquellas exigencias económicas.

Nosotros tampoco recomendamos nuestra casa a gente que grita como si estuviera en la selva, hasta las tantas de la madrugada. A quien no respeta unas mínimas normas de convivencia, con escándalos nocturnos, ya que es irónico que hayan sido LAS PROPIAS CLIENTAS LAS QUE ESTUVIERAN DE FIESTA EN EL JARDÍN, vociferando como energúmenas, y de las cuales recibimos quejas de todo el barrio (desde el interior de nuestra propia casa pudimos escuchar claramente gritos ebrios con frases como "se nos ha acabado el vodka, tenemos que pasar a la ginebra", o "no importa tía, nos quedan botellas de vino").

Tampoco la recomendamos a personas que, en tiempos de COVID, se emborrachan y ENTRAN EN UNA VIVIENDA AJENA (no fue dentro de la casa rural tal como dicen, y ellas lo saben perfectamente), TRASPASANDO LA PUERTA Y SUBIENDO HASTA UN 1⁰ PISO POR LAS ESCALERAS a burlarse de quien está en su casa (recordamos que disponemos de un teléfono operativo las 24H, así como de timbres en las puertas para personas civilizadas, para cualquier queja, sin falta de irrumpir en propiedad ajena a las 5 de la madrugada, en un estado un tanto dudoso y lamentable, y muertas de la risa).

Por nuestra casa han pasado familias y grupos de gente joven que han tenido un comportamiento ejemplar, pero somos intransigentes con las normas de la limpieza (más aún en los tiempos que corren) y del saber estar.

No se admite, bajo ningún concepto, la prepotencia ni la mala educación escondida tras unos modales "exquisitos", típicos de "niña bien" (y mucho menos los delitos). Aún sois jóvenes, tenéis tiempo de demostrar la educación que, sin duda, habrán tratado de enseñaros vuestros padres.

Esperamos no volver a veros nunca.

Creemos que el cliente siempre "debería" tener la razón. No es el caso.

Hicieron una reserva para 8 "adultos", la cual poco a poco fue creciendo hasta incluso superar el límite. Por hacer un favor y ante sus peticiones, no pusimos pegas y fueron todos registrados.

El calentador, completamente nuevo y con apenas 2 meses de uso, se estropeó el día anterior de un modo imprevisible, como suelen suceder estas cosas. Tras horas de intentos fallidos para repararla, el servicio técnico oficial nos comunicó que, en cuanto llegara la pieza necesaria, vendrían a repararlo con urgencia. Así se le comunicó inmediatamente a las clientas.

Debido a un problema de fuerza mayor como este se puede anular una reserva sin problemas ni penalizaciones para ninguna de las dos partes, pero dado que las interesadas eran las clientas preferimos conocer su parecer antes de proceder.

Quedarse en sus casas hubiera sido una opción, aunque no fuera lo planeado. Nosotros insistimos en que dependíamos del servicio técnico, y que, SI HABÍA SUERTE, igual podrían venir a lo largo de su estancia, pero que no se podía asegurar nada. La clienta contestó, en nombre del grupo, que si a nosotros no nos importaba que por ellas no había problemas y que, mientras hubiera agua para cocinar, ellas eran (textualmente) "chicas jóvenes y que podían ducharse con agua fría". FUE SU DECISIÓN.

Una vez aquí, les insistimos en que entendíamos el inconveniente y que entenderíamos que quisieran marcharse... No sólo no se marcharon, sino que fueron llegando más en los días sucesivos. Días en los que, en reiterados momentos, increparon y demandaron de muy malos modos a la propietaria, acorralándola entre varias clientas, exigiendo compensaciones económicas por los perjuicios, ante lo que se les respondió, hasta la saciedad, que conocían la situación y sabían que dependíamos todos del servicio técnico, ante lo cual aceptaron venir igualmente. Ahora no era el momento de aquellas exigencias económicas.

Nosotros tampoco recomendamos nuestra casa a gente que grita como si estuviera en la selva, hasta las tantas de la madrugada. A quien no respeta unas mínimas normas de convivencia, con escándalos nocturnos, ya que es irónico que hayan sido LAS PROPIAS CLIENTAS LAS QUE ESTUVIERAN DE FIESTA EN EL JARDÍN, vociferando como energúmenas, y de las cuales recibimos quejas de todo el barrio (desde el interior de nuestra propia casa pudimos escuchar claramente gritos ebrios con frases como "se nos ha acabado el vodka, tenemos que pasar a la ginebra", o "no importa tía, nos quedan botellas de vino").

Tampoco la recomendamos a personas que, en tiempos de COVID, se emborrachan y ENTRAN EN UNA VIVIENDA AJENA (no fue dentro de la casa rural tal como dicen, y ellas lo saben perfectamente), TRASPASANDO LA PUERTA Y SUBIENDO HASTA UN 1⁰ PISO POR LAS ESCALERAS a burlarse de quien está en su casa (recordamos que disponemos de un teléfono operativo las 24H, así como de timbres en las puertas para personas civilizadas, para cualquier queja, sin falta de irrumpir en propiedad ajena a las 5 de la madrugada, en un estado un tanto dudoso y lamentable, y muertas de la risa).

Por nuestra casa han pasado familias y grupos de gente joven que han tenido un comportamiento ejemplar, pero somos intransigentes con las normas de la limpieza (más aún en los tiempos que corren) y del saber estar.

No se admite, bajo ningún concepto, la prepotencia ni la mala educación escondida tras unos modales "exquisitos", típicos de "niña bien" (y mucho menos los delitos). Aún sois jóvenes, tenéis tiempo de demostrar la educación que, sin duda, habrán tratado de enseñaros vuestros padres.

Esperamos no volver a veros nunca.