Es un buen restaurante, en primer lugar, nada masificado, quizás por su lejanía al centro de Dublín, a unos dos kilómetros andando, que hicimos andando y que nos permitió conocer otra zona de Dublín.
Al llegar, con la primera sensación quedas encantado, mi novia y yo ibamos pensando que si no nos gustaba el sitio tendríamos que andar los dos kilómetros de vuelta sin haber comido, pero al llegar, la sensación fue agradable, sin pensarlo entramos. Un lugar que para ser hamburguesería, mesas y bancos (no sillas) de madera, con velas incluidas que brindaban al lugar un ambiente diferente para ser una hamburguesería y lamparas con luz regulable, bajaron la intensidad con el paso del tiempo y fue una experiencia idónea.
Para comer pedimos una hamburguesa cada uno, la mia (Tladi) tenía una salsa a base de curry y ella Moroka (con queso azul), le daban un sabor muy bueno. La carne estaba deliciosa, de 200 gramos. Como acompañantes coleslow (ensalada de col) y side salad (ensalada) merece la pena, pues es bastante cantidad y además saben darle un toque diferente. Por ejemplo la ensalada de col sabía un poco a fresa.
Y de beber, una limonada (lemonade) casera servida en un típico envase de cristal de conservas. Mucha cantidad y buen sabor y algo diferente.
Todo ello por 40 euros, un precio razonable, para vivir una velada diferente y de muy buena calidad y en muy buena compañia.
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