Estuvimos en este hotel de Rennes en nuestra última noche de estancia en Bretaña. La amabilidad y eficacia del personal del hotel, tanto en los trámites de registro y salida como a lo largo de toda la estancia fue realmente notable (bar, desayuno, parking). El hotel, que no es muy grande, tiene una estética moderna y atractiva. Nuestra habitación era amplia, acogedora y silenciosa, dotada con todo tipo de servicios. Está localizado a muy escasa distancia del centro histórico de la ciudad, al que puede llegarse fácilmente a pie. Las recomendaciones recibidas para cenar o comer fuera fueron excelentes, ajustándose perfectamente a los deseos del cliente. Quizá la única pequeña pega es la falta de intimidad del ascensor que lleva al Spa, que al detenerse en el hall principal, deja a personas que vienen en albornoz muy a la vista de otros clientes.
En resumen, probablemente sea el hotel urbano más caro de Rennes, pero merece la pena. Si volvemos a Rennes, será nuestra primera elección.