Es un cinco estrellas francés, situado dentro de las murallas de Avigon, a cinco minutos del Palacio de los Papas, pero en una zona muy tranquila, en la agradable plaza Crillon, en donde hay varios restaurantes (el más adecuado por cierto es El Crillon)
Es un palacete sido rehabilitado con acierto. Agradable jardín central con servicio de bar, recepción amplia y con personal muy amable.
Puedes dejar el coche en cualquiera de las dos puertas del hotel (de las dos fachadas) y el mozo se lo lleva al garaje de hotel (no se puede aparcar en la zona ni loco)
El hotel es bonito, con algunos toques de modernidad, en ocasiones pasadas de rosca, como la exposición de dulces y galletas en resinas de colores chillones, del hall, algo tan inexplicable como hortera.
Nuestra habitación era una estándar, muy correcta, cama enorme, gran TV, minibar, baño correcto y sobre todo tranquila. Obsequio de agua mineral a diario
E l restaurante es caro, claro que tiene una estrella Michelin, y con horario francés (12:00 a 13:30) al medio día en donde tiene un menú mas asequible de 38 € (sin la bebida), el resto de los menús van de 80 a 140 €
El desayuno correcto, se queda un poco corto para el precio (22 €/pax), pero se puede reducir la factura si desayunas a la carta, una opción rara en España, pero allí no. La calidad del desayuno es excepcional, destacan los quesos en especial. Se echa de menos una copita de cava, la verdad
El trato es excelente. Para 2-3 días, una excelente opción en la ciudad. Es caro, es un cinco estrellas, pero podríamos decir que es un “caro razonable”