Estuvimos en el Christiania en la semana de vacaciones escolares de nuestro nieto y por el tráfico tan pesado no llegamos al hotel hasta después de la media noche, y por lo tanto, nos perdimos nuestra cena. A los 15 minutos de nuestra llegada nos sirvieron en nuestra habitación una comida fría que era perfecta, y nos dio una buena impresión después de viajar por más de 12 horas.
El hotel está muy bien situado, casi en la pendiente para esquiar y de todos los ascensores de esquí, y está en el centro de la ciudad. La entrada es algo peculiar, ya que está al lado del edificio y un piso debajo de la recepción, pero ofrece acceso directo al salón de esquí, lo cual es muy práctico.
No nos podemos quejar del servicio en el bar y el restaurante. La comida de 6 platos incluye un servicio de bufé increíble, el cual es una comida por sí solo. Nuestra habitación era de buen tamaño, con una terraza y con mucho lugar en el armario. El personal no podría ser más servicial. Para todos aquellos que buscan instalaciones de lujo, sin duda recomendamos el Christiania.
Por cierto, para vinos franceses de primera que cuestan más de 2,000 euros por botella, llama al supermercado del balneario - ¡increíble!
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