Nos sentamos aquí, para tomar un surtido de tapas, y en principio todo parecía bien y que el personal era amable, pero error!.
Tardaron en atendernos ufff un montón, incluso la camarera nos llegó a decir: "Voy a avisar de que queréis el surtido de tapas porque si no, no cenais hoy". Cuando llegó la comida, las tapas fueron una decepción, nada originales, el pan rancio, malas de sabor e incluso las de sartén crudas.
Luego llegaron los detalles del personal, más bien de la camarera que nos atendió. Viajábamos con nuestro bebé de 9 meses, y cuando estabamos cenando estaba un poco protestón. La camarera se acercó y me dijo que me iba a traer un trocito de pan para que se entreteniese un poco, y yo pensé: jo! que amable. Trajo 3 rodajas diminutas y rancias de pan, que no me hubiese importado, porque el detalle era bonito, hasta que vimos que nos lo cobraron en la cuenta. Me quedé un poco alucinada. 1,39 € por esos cachos rancios (que se pueden ver en la foto), cuando en teoría era un detalle de la camarera.
Y el otro detalle pasó en la mesa de al lado, que aunque no nos pasó a nosotros lo voy a contar, porque la camarera vino a contarnos la movida de la mesa de al lado toda indignada, y cagándose en esos clientes cuando tenían más razón que yo que sé! Resulta que en la carta aparece un sándiwich de pollo, que lo pidió un señor, y en la carta no especifica que lleve huevo. Cuando se lo sirvieron, el señor lo dijo, porque era alérgico, y dijo que así no lo quería. después de ponerle mala cara y protestarle, se lo llevaron a la cocina, le quitaron el huevo y se lo volvieron a llevar. El señor le dijo que así no lo podía comer, y volvió a recibir malas caras y más que decir. No se si al final se lo cobrarían o no, pero madre mía!
Sitio para no volver ni recomendar, porque aún encima pagamos 30,23 € por mal cenar!
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