Las habitaciones y los baños son muy amplios y muy bien ambientados. La primera habitación que nos dieron tenía olor a caño, nos cambiaron a otra con dos camas en lugar de una matrimonial. El mini bar (heladerita) apenas mantenía la frescura y al retirar la tarjeta de la entrada se apagaban las luces y también la heladera, por lo que si uno dejaba algún producto sensible, o quería mantener una bebida fría, no tenía suerte... La ducha era imposible de regular, pasaba de fría a súper caliente sin previo aviso. La ubicación es muy bonita, frente a la Alhambra, pero muy poco práctica, no hay casi nada cerca y para ir o volver del centro hay que caminar bajando y subiendo del cerro.