Hoy he vuelto, como tantas otras veces ya que me queda al lado del trabajo, a comer a Txinparta.
Voy a empezar por la parte principal de un restaurante: la comida. No es de mala calidad y desde luego no me resultan raciones pequeñas. Tienen buen tamaño, ideal para después poder trabajar. El precio es más caro que en los alrededores, pero también la calidad de la comida es más alta y el lugar tiene mucho mejor aspecto.
De todas maneras hay algo en este lugar, al igual que en los otros dos que se encuentran al lado (Muxarra y Aratz), que es como para echarse las manos a la cabeza y en ocasiones como para pedir una hoja de reclamaciones por hartazgo. ¿De verdad es tan complicado no poner malas caras por cualquier nimiedad? Cada vez que vamos a Txinparta resoplan por algo: hoy ha sido porque unos queríamos bocadillo y otros menú y no sabíamos dónde sentarnos para tal efecto; otros días es porque pides la carta que no es de menú del día y también les molesta... Cada día toca resoplar por algo. Hoy además, después de tenernos 15 minutos esperando sin atendernos, hemos ido a avisar a la camarera y aún nos exigía paciencia de muy malas maneras. Sólo hay una chica que se salva, pero desgraciadamente no sé su nombre y no siempre consigo que nos atienda.
De verdad, ¿tanto os cuesta tener paciencia y hacer feliz al cliente? Trabajáis en un restaurante...