Este restaurante, puedo decir, que se ha convertido prácticamente en mi segunda cocina. Es un restaurante situado en el corazón del barrio de Triana, amplio, con barra, zona de tasca, mesa y mantel para sentarse a lo tradicional en un buen restaurante, y también terraza. Siempre hemos dicho que este local está maldito, todo lo que ha estado en él ha pasado vicisitudes y ha acabado sin pena ni gloria. Miguel, el jefe de cocina, magnífico, ha roto este maleficio. Ha apostado por su negocio y ahí está, llenando poco a poco y haciéndose un nombre, que por cierto ya tenía. La carta es extensa y sorprendente, desde unas falsas croquetas increíbles hasta unas costillas asadas al estilo de Palencia. Tiene de todo, puedo decir, tanto un buen asado tipo codillo o cochinillo hasta un sashimi o un crujiente de gambas. Verdaderamente no nos cansamos de ir. El que prueba repite. En cuanto a recomendaciones, todas, pero especial mención a su sopa castellana que ahora con el fresquito que ha llegado a la ciudad, se agradece. Un buen plato de jamón cortado con el arte que le pone Tino, una sopita a compartir y un cochinillo, menudo banquete!. Si es algo mas breve, pues unas croquetas de jamón, suaves y delicadas y sopita para compartir. Todo acompañado de un buen vino español y una buena compañía y a disfrutar.
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