Pasear por la calle Castelar y dejarse bañar por los rayos de sol de invierno, pasos cortos y buena compañía, para tropezar en una de sus esquinas con uno de los mejores restaurantes de Santander, de esos lugares con solera, que desde la entrada percibes buen gusto y amabilidad. La decoración es perfecta. Las vistas desde sus ventanas muy agradables viendo como se mecen los barcos en la bahía. Que más se puede pedir. En la mesa profesionalidad y muy buen trato . Su marisco muy buenos, sus pescados perfectos en textura , sabor y presentación. La codorniz escabechada para mí es una delicia. Y esos postres que se deshacen en la boca. Tomando el café vi un cuadro de Woody Allen tocando el clarinete y pensé : A Woody seguro le gusta este lugar. Muchas gracias por hacer del día de mi cumpleaños un día un poco más especial. Enhorabuena. Repetiremos.
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