Llamamos para reservar una mesa,ya que en nuestra visita a León nos atraía la posibilidad de degustar un buen cochinillo , y en ese mismo momento ya nos dimos cuenta de que al otro lado del teléfono habia alguien muy especial. Llegamos al local, que no es lo más chic del momento, y nos sentaron en una mesa bien grande. El dueño(padre)se acerco a nuestra mesa a tomar nota( era el que nos habia hecho la reserva) y nos advirtió que en este asador el que mandaba era él, y eso de querer mezclar cochinillo y lechal no lo veia, que cada uno pidiese lo suyo, y lo de las patatas para acompar como que no, que un buen asado no necesitaba acompañante, si acaso una ensalada de escarola, y que nos pidieramos algo de primero por ejemplo unas mollejas, porque las raciones eran pequeñas debido al tamaño de las carnes que el seleccionaba(...) Después del repaso inicial a los allí presentes,al cúal no dabamos crédito, dejamos paso a lo que realmente importa en un buen restaurante, la comida, y ésta era de lo mejor que habiamos probado. Las mollejas eran exquisitas,con un toque picante servidas en una cazuela de barro, no durarón ni tres segundos. Los asados a continuación, en su punto, servidos de forma tradicional, tanto el cochinillo como el lechal riquísimos. Que satisfacción!! La calidad de la comida y el servicio excelentes ( sobre todo el hijo que siempre se muestra super amable a todas las peticiones). Repetiremos seguro.