Quisiera comenzar con una reflexión, últimamente tengo la sensación de que los hoteleros nos toman como un producto al que exprimir, sacar el jugo y tirar después de usado. Me explico, solo les importa el dinero que se paga por ocupar un espacio en su establecimiento, sin devolver contraprestación alguna. Esto me ha ocurrido durante mi reciente estancia en el novísimo Hotel Bagués de Barcelona. Reservo una habitación on-line a mediados de octubre para una estancia del 29 de octubre al 1 de noviembre. Dias mas tarde llamo para interesarme si hay wifi disponible y me comentan que como se acaba de abrir el hotel no disponen de ese servicio, pregunta mi nombre y se lo digo y me dice que tengo asignada la Habitación 405 con vista a Las Ramblas. Dos días antes de llegar al hotel, mi banco me avisa indicando un cargo por el importe total de la reserva. Telefoneo inmediatamente al hotel, pues me parece un proceder extraño y de desconfianza hacia el cliente, toda vez que yo puedo anular sin cargo hasta 24 horas antes la reserva, y en caso de anulación se cargaría el importe de una noche. Me indican que lo que hacen es bloquear ese cantidad de dinero en la tarjeta para asegurarse el cobro. Independientemente de que yo pague con esa tarjeta u otra. Pero su respuesta es política de hotel. Mantengo la impresión del principio, no somos huéspedes, somos meros clientes aportadores de recursos, dándonos un trato de mercancía más que de hospitalidad. Bueno cual será mi sorpresa cuando el día que llego al hotel sobre las 10 de la mañana inmediatamente me proporcionan habitación pero no la 405, sino la 406. Se trata de una habitación interior oscura como la cueva de Batman, que daba claustrofobia estar allí más de 3 minutos. Con el botones aún en la habitación le digo que esta no es la habitación que tenia reservada, sino que era la 405. Bajo a recepción y me comunican que estaba ocupada pero que me pueden dar la 305, que no estará disponible hasta las 14:00 pm. Llego a las 13:45 pm, y me dicen que aun no está lista, cuando vuelvo a las 14:05 me dan la llave y subo por fin a mi habitación. Tamaño, mínimo, apenas se pasa entre la Tv y la cama, baño con bañera( resbaladiza) y mampara, sin cabina de ducha, tampoco zapatillas de baño,pero al menos tenia ventana a la Rambla. Ventana mal aislada por cierto, que con el bullicio de la Rambla era difícil descansar. Termino con la sensación de que mis quejas respecto al cargo total de la habitación influyeron en el trato desabrido dispensado por el personal de recepción.
En conclusión, este hotel no merece las 5 estrellas que dicen que tiene ( dudo que las medidas obligatorias mínimas de tamaño de habitación y baño con bañera y ducha que se exige en España a los 5 estrellas, sean las requeridas -al menos en mi habitación-), y no figuran en su entrada, como tampoco figura su nombre, puesto que de su fachada cuelgan cables. La prisa por abrir un hotel sin estar totalmente terminado tiene estos inconvenientes. Un personal joven, poco preparado y soberbio, y con nula predisposición a agradar culmina esta mala experiencia en Barcelona. Sinceramente no lo recomiendo, salvo por su magnífica situación.