Cocina cambodiana y asiática.
El local es bonito y singular con mesas bajas rodeadas por agua y peces.
Había carta y dos tipos de menú. Eligimos el largo. Los platos fueron un viaje por los sabores y texturas asiáticos: crujientes, agridulces, un poco picantes, dulces, umami, hierbas aromáticas...
A destacar:
-El primer entrante, la flor de crisantemum con langostino. Crujiente, buen langostino y un toque agridulce.
-El pollo, a pesar de ser un producto senzillo era un buen plato. Con una salsa de coco que combinaba bien.
-El último plato de cerdo lacado el mejor.
-Los dos postres también eran muy buenos.
Acompañamos la cena con un vino albariño Rías Baixas.
Lo resumiría como un viaje por el sureste asiático. Estuvo bastante bien, pero lo encontré un poco plano, sin ningún plato sorprendente y sin estacionalidad (ciertamente en el sureste asiático no hay estaciones). Tal vez tenía expectativas más altas de un sitio que creo que tuvo una estrella michelin.
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