Increíble descubrimiento.
Minúsculo local con un estilo antiguo. Cocina a vista y amabilidad por todos lados.
La acogida ha sido espectacular, el personal es adorable, atento y delicado.
Hablan inglés y español.
Además de la comida, se especializan también en cocktails de autor. Probamos la michelada, bien ejecutada.
El menú es variado y las propuestas, aunque clásicas, no dejan de ser originales y con toques personales.
Hemos compartido 4 entrantes y 2 principales. Porciones abundantes, presentaciones elegantes, calidad de la materia prima y conocimiento de los distintos sabores y texturas. Nos ha gustado todo muchísimo y por lo tanto destaco lo saboreado: patatas bravas, lonchas de salmón, ceviche de pulpo y ensaladilla de pulpo. Frescura, mezcla de dulces y picantes… música para el paladar y belleza para los ojos.
Luego comimos un arroz con pulpo y sobrasada (súper sabroso y meloso) y fideuá negra con zamburiñas.
No probamos postres porque estábamos realmente llenos. Nos invitaron a un chupito también.
Gastamos unos 50€ por persona (éramos 4), precio onesto por la calidad, la zona y la propuesta.
Volveremos sin duda.
Gracias por la experiencia, ha sido un placer.