Es un lugar agradable en el que tomar una caña y algunas tapas. Algunas están más buenas que otras. Va a gustos, pero a mí personalmente las bravas me gustan fritas, no al horno como las sieven aquí. Además no le ponen mucha salsa (y si quieres más salsa has de pagar un extra). Aun así, son de buena calidad, no como en la mayoría de sitios. Los fingers de pollo no valen mucho, están buenos pero los puedes hacer en casa. Los nachos sí estaban muy buenos, pero como no tanto como en algún mexicano. Y el ceviche estaba rico, original, distinto a otros que he tomado. En general, la calidad-precio es muy buena. Lo que sí me molestó mucho fue la puerta. No se cierra sola sino que hay que empujarla hasta el final. La camarera entraba y salía, así como otros clientes, y a menudo se quedaba abierta. Entraba cada vez un aire muy frío, así que me tuve que levantar unas 10 veces a cerrarla.