Hay experiencias culinarias que van más allá de lo gastronómico. Que te hacen sentir un privilegiado por estar sentado a la misma mesa donde han cenado genios como Dali o Miró, estrellas como Deneve, políticos ilustres como Maragall o Carter.... 5 generaciones tras los fogones no son fruto de la casualidad o la moda. Responden a un saber hacer que se ha transmitido de padres a hijos respetando las tradiciones y las formas consiguiendo llevar a cada plato productos de calidad, elaborados con cariño y presentados con esmero. Esta es la carta de presentación de este restaurante Barcelona, que muestra nada más entrar una de sus señas de identidad: una cocina bilbaina de las de forja, de las de antaño en la que se preparan todos sus platos. Mi abuela tenía una, pero de este tamaño y con esta solera no la conocía. Cada una de sus salas y recovecos encierra una historia y las paredes de este restaurante son testimonio de la gente, celebridades y paisanaje que los han frecuentado. No comes solo, estas rodeado de ilustres.
La carta es tradicional con entrantes, guisos y elaboraciones de toda la vida. Destacan como es evidente los caracoles. No soy mucho de babosas, así que nos decantamos por unos huevos rotos con trufa, con mucha trufa que llenaron nuestro olfato y paladar con la esencia del famoso hongo. De principal, pescado. Un bacalao a la llana, excelente tanto en textura, como en sabor. Mi acompañante se decanto por un lenguado, que al ver su tamaño pensé que me tocaría mi parte de ración. Error, estaba tan bueno que mi mujer apenas dejó las raspas. Buena señal. Acabamos con una crema catalan exquisita.
El trato del personal es cercano, atento y rápido....tanto en catalán, como en castellano...o en múltiples lenguas que resonaba en cada esquina del local.
Mención especial para Aurora, heredera de este legado culinario con la que podrías pasar muchas tardes con las historias y anécdotas que han ocurrido entre sus mesas y manteles.
El precio, más que correcto. El sitio, el trato y el producto se lo merecen. Y como indicaba al principio, visitar los caracoles es algo más que ir a almorzar o cenar. Es una delicia que te llena el estómago y el alma por partes iguales...y que quieres que te diga, en estos tiempos de franquicias, elaborados de 5a gama y comidas a la velocidad del rayo, este espacio de tranquilidad y respeto por las tradiciones es un regalo a c