Un local histórico de la Barcelona de finales del siglo XIX e inicios del XX, muy bonito para visitarlo y tomar como máximo un café.
El restaurante no ofrece menú del día, solamente un plato del día que es más económico.
El personal correcto tanto en el trato como en el servicio.
La comida buena (sólo faltaría con los precios que tienen!), pero las bebidas carísimas! La botella de agua filtrada de 3/4 de litro 3,50€, un vaso de cerveza más de 4€. La botella de vino negro más económica 39€ y la de blanco 27€.
Creo que pagar 71€ por comensal en este lugar es un completo despropósito y que por este importe se puede comer en otros restaurantes muchísimo mejores.
No pienso volver ni mucho menos recomendar.
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