Así nos sentimos durante nuestra estancia en esta pequeña pensión situada a unos pasos de la Catedral de Santiago.

Habitación pequeña pero suficiente para una pareja, muy limpia y con unos ventanales que hacen justicia a su nombre.

Creímos que el ruido de la gente por la calle y las campanas de la Catedral nos robarían el sueño, pero no pudieron con el cansancio acumulado tras patear la ciudad bajo su aliada lluvia.

Cristina, la anfitriona, fue encantadora con sus recomendaciones, subiéndonos las maletas hasta la habitación y ofreciéndonos un rico desayuno por un precio asequible, haciéndonos sentir “como en casa”.

Terminar el Camino Primitivo en la Plaza de Obradoiro y descansar feliz en este Hotel, no tiene precio!! Ubicaciòn, inmejorable! Sentir las campanadas de la Catedral, es grandioso. La habitaciòn es pequeña (no se necesita màs), con balcòn obviamente haciendo honor a su nombre, muy moderno todo. Ropa de cama y baño, bàrbaras! Buen wifi. La Recepcionista , que se encuentra en horario reducido, fue muy amable y permitiò dejàramos las mochilas antes de la hora, aprovechando ese horario para ir a retirar la Compostela. No incluye desayuno, pero no sòlo ahì, sino que hay innumerables lugares cercanos para hacerlo. Nos encantò el lugar. Al irnos, un dìa a las 06.00 hs, dejamos las llaves en una caja al lado de la puerta. Recomendable!!