Cuando nos hablan de ir al museo, lo primero que se nos viene a la cabeza es una cantidad de gente que no conoces que sigue a alguien con una banderita, distintivo o audioguia pegada a la oreja, para no tener que hacer esfuerzos a la hora de escuchar lo que va explicando.
Siempre te encuentras en esos grupos a gente que empuja, que se cuela sin formar parte del mismo o que, sin más, pasó entre toda esa pequeña multitud y, por dejarle pasar, te has perdido ese dato peculiar ya prometido por el guía al principio del relato de la historia de una obra de arte.
Todo ésto se evita con una guía como para nosotros fue María Antonia. Sólo para nosotros. Nos hizo un recorrido histórico por todos y cada uno de los cuadros que vimos. Nos llevó de una sala a otra con el fin de que, cronológicamente, viéramos cómo había transcurrido todo y nos explicaba diferentes pintores, analizando cada uno de los efectos que el artista había querido representar y por lo que se distinguía respecto a los demás de su época.
Y de repente, María Antonia nos llevó a Las Meninas. Me gustó su manera de hacerlo, primero aprovechó que uno de los pasillos pasaba justo por delante de la sala en la que se ubica semejante obra de arte. "He aquí Las Meninas ", nos dijo. La perspectiva y lejanía desde donde la vimos por vez primera hizo que se nos erizara el vello. Cuando ya la tuvimos delante, María Antonia nos dio un objeto para poder re-descubrirla. No voy a desvelar qué fue lo que nos dio, pero le podéis preguntar directamente a ella, seguro estará encantada de poder hacerlo mientras os dejáis llevar por la Historia a través de sus palabras.