Depues de 10 años he vuelto a este restaurante que junro a su gemelo, ya cerrado, en los bajos de Azca, han sido mis italianos de referencia desde hace mas de 40 años. El retorno ha sido muy grato. Totalmente reformado, acogedor, bien atendido y gestionado continua su calidad y buen precio en un menu no muy extenso pero muy rico y de sabores reconocidos de antaño.
Pizza cuatro quesos contundente pero suave y deliciosa. Plena de sabor de masa y quesos varios y en abundancia.
Risoto de pollo y setas meloso y ligero.
Berengenas empanadas con mahonesa aportan un muy interesante entrante.
Hemos notado en falta su postre de Papaya con naranja. (Renovarse o morir segun la Casa).
Nota: Que tiempos aquellos en que el recibimiento era una jarra de cristal de aceite de oliva virgen aromatizado con hierbas diversas y que junto a la cesta de pan propio de la casa te permitia gozar de una espera suculenta a la llegada de la comanda.
Que alegria que sigan establecimientos asi en Madrid. Continuara
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