Primera vez en un rodizio en Madrid y ha sido una gran decepción.
Parrillero, al estar a la vista: me acerco para preguntar por cortes disponibles, contesta con evasivas y sin la más mínima, amabilidad, atención o respuesta.
Camareros: no atendían a las indicaciones de la mesa ROJO/VERDE. Con la señal roja: presionándote para comer y interrumpiendo las conversaciones constantemente. Amablemente les pedimos que nos atendieran cuando lo solicitáramos. A la hora de realizar el corte y pedirle por donde y la cantidad, no mostraba mucho interés y, llego a decir, que no podía por que le ¡desequilibraba el mismo!
En un momento dado rechazamos la barriga de cerdo y volvimos a pedirlo más tarde. Al traerlo, con mala cara nos dijo que ya lo trajo y no lo quisimos. De nuevo, molesto y imponiendo las pautas en las que debíamos comer.
Le pedimos probar nuevos cortes y no mostró ningún interés en llevar la cuenta de los ya servidos. Teníamos que mirar en otras mesas para descubrirlos.
En un momento dado pasaba primero la carne por una mesa de 12 personas y nos traía los restos.
Es la primera vez que nos ocurre algo así. Una falta de preparación y de profesionalidad por parte de los empleados total.
Pregunte por el carrito con asado de costilla o cupin, un clásico en cualquier rodizio de calidad y no disponían del mismo.
La carne con buen sabor, el cerdo y la morcilla de baja calidad. La barriga de cerdo, nada churruscante y recalentada en el último pase.
El restaurante estaba con poca gente, no me imagino lo que debe de ser lleno.
Le daremos otra oportunidad en el futuro, solo gracias a Milene, la encargada de la sala, que nos escuchó con paciencia todas las sugerencias.
Esperamos que venga pronto la competencia a Madrid para satisfacer las necesidades de los amantes del rodizio