Maravilloso duplex rehabilitado, en un muy antiguo edificio romano enclavado en pleno barrio judio. O sea, incomparable.
Es salir por el portal de la domus, girar a la izquierda y encontrarse en el portico de Octavia. Si uno quiere, con un humeante capuccinni en la mano.
Andando se llega a todo desde aquí. Especialmente cerca el Trastevere, y el Panteon de Agripa.
El alojamiento en si, con aires de impresionar al viajero: Contraste fantástico entre el emplazamiento oscuro y el interior moderno. Me encantó ese chester marrón raído, contra las paredes blancas.

Una delicatessen en estado puro.