Los anfitriones Mauro y Daniela, vinieron a recogernos al aeropuerto, ellos súper simpáticos, atentos y amables, aprovecharon para darnos un pequeño tour de la ciudad.
La verdadera sorpresa fue al llegar a la villa, un lugar espectacular, todo cuidado al mínimo detalle, desde el jardín con piscina hasta la decoración.
Unas vistas impresionantes, por un lado mar y por el otro montaña, una tranquilidad muy difícil de encontrar al día de hoy.
Tienen posibilidad de organizar cualquier tipo de experiencia, desde una cena en el bosque, hasta personal trainer, sommelier, niñera... una organización increíble.
Volveremos seguramente en verano, para poder disfrutar de la piscina con las niñas.
Un lugar mágico, lo aconsejo sin duda!