Es un hotel con aire antiguo, bien situado en las cercanías del centro histórico. El personal es muy atento y profesional. El acceso a las habitaciones es un poco engorroso, hay que pasar algunos escalones y pasillos estrechos, pero nada que estropee la estancia.
En general, todo en el hotel recuerda a un hotel clásico de 5 estrellas, salvo que, por su tamaño e instalaciones, no lo es. La esmerada educación y profesionalidad del personal, el desayuno (caro, pero extraordinario), los cubiertos y servilletas, el bar, la decoración, en todo momento te sientes como en un hotel de lujo.
Nuestra habitación estaba en el primer piso, y uno de los días que estuvimos allí, que era sábado por la noche, escuchamos algo de ruido en las calles. Pero no nos estorbó para dormir.
La conexión a Internet estaba muy bien, pero resultaba un poco incómoda porque te dan unos tickets para dos dispositivos con límite de tráfico, que se agota pronto y hay que ir a pedir más.