La familia Michel-Breitenstein nos ha acogido cálidamente en su encantador chalet situado al pie del Eiger, en el bonito valle de Grindelwald. Dos de los tres días de nuestra estancia llovió y nevó pero en Suiza nada impide continuar con las actividades al aire libre y descubrir los tesoros de la región, todo funciona a la perfección y en el hotel te dan la información necesaria, horarios y hasta te proporcionan los tickets. Cuando regresas al hotel te espera una confortable habitación con un baño renovado que tiene todos los detalles necesarios para el máximo bienestar, incluido secatoallas. La habitación triple dispone de tres camas muy cómodas, amplios armarios, sofá, escritorio y balcón con mesa y sillas para disfrutar del maravilloso paisaje, todo en madera, resulta tan acogedor que casi no apetece salir al exterior! Los desayunos son deliciosos, con variedad de productos para todos los gustos, igual que las cenas, exquisitas. Todo el personal es muy amable y atento y los más jóvenes de la familia se preparan a conciencia para seguir ofreciendo a sus huéspedes un ejemplo de calidad hotelera suiza.