Me gustaron:
Los jardines, las piscinas (una piscina maravillosa climatizada), la ubicación del restaurante frente al mar, la playa privada, las vistas desde la habitación (parte antigua del hotel), la animación nocturna, el almuerzo tipo buffet en el restaurante frente al mar y el propietario.
No me gustó:
El baño anticuado, el dormitorio pequeño, el personal del comedor, muy seco si no decides lo que te quieres tomar un minuto después de haberte sentado, el comedor oscuro y lúgubre, los túneles y la biblioteca, las copas de vino sucias y cascadas del restaurante (no se ofrecían a cambiarte el vino si el cristal de la copa estaba dañado), la comida del comedor, que no era ninguna maravilla, el desayuno, que acababa demasiado temprano y por último, ¡que no hay mucho que hacer en Illetas!