Después de los comentarios buenos del restaurante y al estar cerca de donde vivimos decidimos ir a probar, al llegar subimos unas escaleras y al final una puerta con mirilla y un timbre como si fuera un casino clandestino, al entrar un lugar con encanto, nos sentamos y pedimos vino y nos dicen que hay que ir a seleccionarlos a la bodega, entramos en la bodega y miramos los vinos y las etiquetas de los vinos, vemos uno de 8 euros y al cogerlo es un moscatel, miramos otro que tenía el precio de 11 euros y lo llevamos a la mesa, al sentarnos vi que se hacía algo que hacen muchos restaurantes de dónde yo nací y es que después de los postres traer un licor detalle de la casa lo cual me alegro, a las 4 mesas que teníamos a nuestro lado vimos como después del postre se lo traian, decir que comimos excelente con precio más bien alto pero aceptable, al llegar el postre y café pedimos la cuenta y para mí decepción no llegó ese detalle de licor que les habían ofrecido a los demás nos sentimos discriminados, y referente al vino marcado a 11 euros nos cobraron 13 euros, ni volvernos ni lo recomendaremos, tan solo por un pequeño detalle de tacto