Eligimos este restaurante de cocina catalana con solera guíados por las recomendaciones de sus clientes. Especialmente la de sus platos más destacados como el pastel de cebolla y el flan de setas.
Su decoración llama la atención, pues recoge a primera vista utensilios antiguos todos muy bien decorados por todas las salas del restaurante. Se observa también que hay fotos y dedicatorias de Dalí a los propietarios de cuando lo frecuentaba.
Lo que nos impactó una vez nos entregaron la carta era ver que los precios no estaban actualizados con la web, obviamente lo que pagamos era superior en todos los platos.
A destacar también que las raciones de pastel de cebolla "con ensalda" y el flan de setas, eran bastante justitas y la ensalada era un par de hojas!
Los postres a recomendar especialmente la crema catalana, el flan casero y el pudding de carquinyoli.
Lo que sí que nos molestó bastante es que todas las bebidas que pedimos tanto la tónica, el agua, el vino no nos las sirvieron nada frías en pleno agosto! Les reclamamos más de una vez que nos trajeran una cubitera y no tenían, ni tampoco cubitos! Es algo que evidentemente se tiene muy en cuenta en pleno verano y no pusieron nada de su parte!
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