Restaurante con un entorno precioso, la comida muy buena. Escogimos el menú de 100€ bebida a parte y lo encontré algo flojo de cantidad para el precio que se paga. Un pequeño aperitivo, seguido de tres principales muy muy pequeños de cantidad y luego pasas a quesos y postres. La sensación es que te terminas llenando comiendo quesos pero no de platos exquisitos ya que ponen poca cantidad de estos.
Los vinos como es norma generalizada en Francia carísimos. No puedo entender como en un país productor con excedentes productivos pueda vender tan caro el vino. Pedimos un blanco bueno de los mas baratitos y nos costó 55€ la bromita.
En fin, cualquier estrella Michelin de los que tenemos por España lo superaría en puntuación general, pero el sitio es muy bonito y vale la pena si no te importa pagar de más.
Cabe destacar que las camareras eran muy amables y atentas y el sumiller algo antipático. De hecho se molestó con nosotros por pedirle que no nos sirviera él el vino ya que lo queríamos servir nosotros mismos.
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