Los apartamentos están practicamente nuevos y cuidados al mínimo detalle. Eramos dos personas pero nos dieron un partamento con 2 habitaciones dobles, la pena es que los ventanales no eran con vistas a la montaña, y daban a las casas del otro lado de la calle. La cocina esta totalmente equipada (hasta nos regalaron una botella de cava), igual que el baño, al que no le faltaban ni las amenities que tanto nos gustan generalmente a los viajeros. El pueblo es un nido de paz, no se oye apenas ruido, y los alrededores son espectaculares. Si quieres admirar la naturaleza que existe alrededor del pueblo,en su mayor esplendor , solo tienes que comentarselo a los dueños de los apartamentos. Tienen quads y buggies a disposición de los clientes, y por un módico precio (entre 45 y 60.-€) te dán una vuelta de más de 1 hora por las montañas circundantes, nosotras lo hicimos con un buggie y Diego (el dueño) nos llevo por senderos y pistas forestales que nos dejo admiradas y sin habla.
Tambien tienen restaurante, bar, cafeteria en la parte baja de los apartamentos, con lo cual te hace muy comoda la estancia (si es que no quieres moverte mucho), el menú son 10.-€ y te lo sirven con un gusto tremento y una sonrisa en los labios. Los desayunos tambien están muy bien y son completos. Además, tanto los dueños, como las empleadas hacen todo lo posible para que te encuentres como en casa y no notes a faltar ningún detalle.
La verdad es que lo pasamos genial, además coincidio con las fiestas de varios pueblos de alrededor y el tiempo se paso volando.
Nos fuimos con la idea de volver con un grupo de amigos, para disfrutar más si es que eso es posible.