Desde hace años, visitamos cada verano el establecimiento de Santos y Casilda: no podemos estar en Segovia sin acercarnos a probar sus escabeches de palometa o pavo, el revuelto de huevos de corral con calabacines de su huerto, los tomates acabados de recoger aliñados con un buen aceite de empeltre, el parro al horno, el bacalao que se deshace al morderlo, las mermeladas caseras... un templo gastronómico con una de las mejores relaciones calidad-precio que he visto. Y, además, la sabiduría enológica de Santi, conocedor De vinos como nadie. Es un placer poder compartor con él una copa de buen tinto. De verdad, no perdáis la ocasión de ir a conocerles.