Estuvimos dos matrimonios con una niña de un año. Empezaré por los contras, puesto que sólo hay uno. No disponen de trona para los peques, lo que resultaría muy útil ya que el restaurante es bastante recogido.
La cocina basada en productos de alta calidad, típicamente castellana con un toque innovador. La ternera estaba espectacular, el venado, el cochinillo y el solomillo de ternera tampoco defraudan.
Para acabar el postre escogimos un crepé con helado de queso muy original.
El precio por persona con una botella de vino rondó, con entrantes incluidos por 40€/persona.
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