Estuvimos con un grupo de amigos y disfrutamos de esta experiencia porque el caserío rehabilitado nos hizo sentir como si realmente viviéramos en el campo, en lugar de estar en la típica casa rural. Comodísima y acogedora, dormimos genial además. Los alrededores preciosos para caminar y Orduña para tomar algo. Lo mejor, la puesta de sol con una cervecita desde el jardín y el paseo guiado con Iñaki!!Totalmente recomendable