Nada más llegar, una gran cita célebre de Machado inscrita en la fachada de entrada al recinto deja entrever lo que se respira dentro de este magnífico rincón en mitad del valle.
Casas de madera, tipo bungalows, bien distribuidas, aclimatadas, limpias, y con todo lo necesario para la estancia, cuidando hasta el último detalle.
La atención de Silvia, estupenda. El recinto, ambiente rural donde se respira libertad, tranquilidad, amor por la naturaleza y un simbolismo único.
El Jerte siempre te pide volver, y espero de nuevo sentirnos viajeros con un hogar que nos dejó el alma prendida.