Nos ha encantado todo: la posada está cuidadosamente restaurada, es muy cómoda y acogedora.
Berta y Enrique son unos magníficos anfitriones y ayudan muchísimo a disfrutar de toda la zona (paisajes, bodegas, restaurantes….)
Es una delicia empezar el día con el revuelto d jamón de Enrique, el pan con tomate y el delicioso bizcocho.
Sin duda un lugar para repetir.