A esta pequeña sección de Rabat merece la pena dedicarle una horilla mínimo. Es muy pintoresca, con las paredes en blanco y azul, las puertas que no se repiten y las aldabas de todo tipo. Cuidado con los guías no solicitados, es fácil visitarla por tu cuenta así que intentad evitarlo.

Entrar al Kasbah es como entrar a otro mundo, pasear por sus calles con casas en azul y blanco muy antiguas casi parece un laberinto...
Hay un parador con excelente vista donde puedes tomar un te d ementa y apreciar la vista al río, hay quias q se ofrecen a hacerte el tour solo recomiendo arreglar el precio antes de empezar la gira.
El lugar también cuenta con unos maravillosos jardines para visitar.

No tuvimos mucha suerte en esta visita porque fue realmente corta y no nos dio tiempo a volver. Se pueden observar casas en pequeña callejuelas, todas combinando de una forma agradable el azul y blanco.
Tampoco pudimos acceder al mirador porque había obras y en su defecto llegamos a otro con un sitio para tomar té y disfrutar de unas vistas al río que desemboca en el mar.
La muralla está bastante bien conservada y justo al lado de una de las entradas de la medina.
Vale la pena la visita.

Entras a la kasbah por su famosa puerta Bab El-kebir símbolo de la arquitectura almohade.
La calles con sus casas pintadas en blanco y azul te llevan a un mirador, bastante turístico, donde te puedes relajar tomando un té y unos pastelillos. Frente al mirador el rio Salé.
Hay unos jardines dentro de la fortificación muy agradables en los que apetece sentarse un ratito sintiendo el sol.