En mi experiencia como viajero he conocido muy diversos hoteles, desde aquellos super lujosos de las grandes cadenas internacionales, hasta los más humildes y pequeños. Este hotel es, desde mi punto de vista, encantador. No hace falta destacar la amabilidad y eficiencia del personal, eso debe ser siempre así. Pero si es importante señalar cómo un hotel relativamente pequeño puede hacer que nuestra estadía sea deliciosa. Buen gusto y sencillez es lo que predomina. Dentro de las posibilidades de este hotel, que ofrece un precio razonable alejado de las extravagancias y obscenidades usuales de Punta del Este, el huésped encontrará lo básico y un poco más. Una habitación confortable, de dimensiones correctas, pero en absoluta pequeña. Un bonito baño al que tal vez, con el tiempo, se le puedan agregar algunos servicios además de brindar el shampoo. Bellos pasillos y ventanales con vistas al puerto, por ejemplo, que invitan a detenerse unos minutos. Servicio de cafetería excelente, y a precios muy convenientes, incluso respecto a los que encontraremos en cualquier café de la ciudad. Un muy buen desayuno, sencillo, al que tal vez le falte un poco más de variedad en frutas y algunas opciones más específicas para celíacos y diabéticos. Y la maravilla de estar en el corazón de la ciudad, rodeado de cafés, restaurantes, casas de ropa, y a una distancia mínima de la Brava y la Mansa. Un hotel que invita a quedarse.