Desde la entrada al lobby ya quedé maravillada con las vistas hacia el Adriático, la habitación acogedora y todas sus dependencias hicieron para mí una estadía encantadora.
Tomar el desayuno en la terraza ( bien completo) sumado a las vistas al mar ...inolvidable así como tambien pasar una tarde en la pileta junto al Adriático y bañarme en él con todo lo necesario ( camastro, toallones, sombrillas que brinda el hotel) y su servicio de camareros me resultaron buenísimo. Volvería sin pensarlo.
- Piscina
- Restaurante