La persona a la que habíamos reservado ni apareció, ni cogió el móvil ni nada, nos vimos de noche en la calle, suerte que encontramos a un conocido de ese señor que también alquilaba habitaciones idénticas a esas y bueno esa noche como solo queríamos dormir pues nos costó 20 euros la noche y bueno un poco más caro pero nos salvó. El problema vino al día siguiente al tener que alquilar otro apartamento de este tipo, que esque son cientos de apartamentos iguales, a una señora llamada Slavica y ahí empezó el infierno, nos cobró a 25 euros la noche prometiendo unos apartamentos como los de la foto pero no contaban con ningún servicio. Para empezar lo de la cocina es mentira, tiene los fuegos que sacan en la foto pero nada para cocinar, cosa que comprobamos en otros apartamentos iguales a este, según la señora no está preparado el apartamento para ello. La limpieza un desastre, pelos por todos lados y hasta un bol lleno de mosquitos, moscas y un par de avispas que ni idea de por qué estaba allí. El wifi no existía, la señora no tenía ni idea y se desentendió hasta la tercera noche que nos dijo cual era. El agua caliente no lo tuvimos hasta la tercera noche también. Además los apartamentos están en frente de una discoteca por lo que como te toque en ese lado olvídate de dormir. Y para colmo la amabilidad y hospitalidad de la anfitriona brillaba por su ausencia desde el primer minuto. Mucha mejor idea quedarse en un airbnb de algún local de Mostar ya que es una ciudad preciosa con gente realmente encantadora exceptuando la mujer del apartamento. Como conclusión, parece ser que hay una red de varias decenas o centenas de apartamentos en este edificio que se repartieron entre varios y que su manera de llevarlos deja muchísimo que desear, aunque sí es cierto que algunos arrendatarios son mucho más majos y te lo facilitan más que otros.