El sencillo encanto de estar en casa, al pie de la playa del paraíso.
Miranda, que habla francés e inglés indistintamente y la velocidad de un rayo, es la responsable absoluta de que estos maravillosos catorce "bungalows" mantengan la fascinación en el viajero.
Es mágica la experiencia de alojar allí, porque todas las partes conservan el equilibrio y la simpleza: son pocas casas distribuidas magistralmente para no perturbarse entre sí, ni siquiera visualmente.
Los pocos bungalows permiten que la atención de Miranda y sus cordiales empleadas sea personalizada: El desayuno estará puntual a la hora que pidas. El aseo lo harán cuando menos incomode.
El sitio se recorre en pocos pasos, todo está a la distancia adecuada.
Lo mínimo como sinónimo de simple se verifica también en la construcción. No hacen falta ventanas con vidrios, con un promedio permanente de 27 grados celsius y sin un solo insecto, solamente regular el paso de la brisa y la luz. No son necesarias las puertas tradicionales tampoco.
Puedes estar todo el día en silencio. Puedes escuchar las olas del Pacífico romper contra el arrecife a media noche. Puedes caminar quince pasos, sumergirte en el mar a las seis de la mañana, y volver a tu terraza simple, de madera, con dos reposeras y una mesa, a disfrutar el desayuno.
Puedes verificar que las alternativas a los grandes, impersonales, falsos y desinfectados resorts existen
Puedes confirmar que menos es más.
Puedes creer en el Paraíso