En un lugar estratégico, justo en Mandela Square, se encuentra este restaurante semi-abierto, de poca luz y de apariencia desordenada, pero que cual ballena, nada de la nada, alimentándose del plancton humanoide que por allí deambula.
Al salir de las galerías privativas de sólo algunos pudientes, a uno se le hace tomar algo.
Y The Big Mouth se encuentra situado en pleno campo visual del turista indeciso: primer restaurante a la derecha sin nada que no permita ver el interior.
Si algo tiene de malo además de la poca luz es la sensación de agobio por parte de los camareros. Buen servicio pero demasiado pendientes en ocasiones.Ciamidos.
Si algo tiene de bueno es un precio muy competente referenciado por buenas cantidades y aceptable materia prima. Claro que yo sólo degusté una ensalada.