Lo mejor para opinar de este hotel es dividir la opinión en dos partes: una sobre el hotel y su entorno y otra haciendo referencia al servicio, comidas, etc.
Empiezo por el hotel y su entorno:
Está situado en un sitio precioso, con unas vistas espectaculares, donde se respira tranquilidad por los 4 costados.
Las habitaciones son amplias y disponen (al menos la nuestra) de vistas al lago. Están muy limpias, cuentan con wifi que funciona muy bien.
Por este lado, mi valoración es excelente.
Opino ahora del servicio y de sus comidas:
Me atrevo a calificarlo de pésimo. Empezando por su servicio de recepción: lento, caótico tanto a la entrada como a la salida, no disponen de personal que te ayude con el equipaje (aunque para llegar a la habitación hay que recorrer un buen trecho y subir, en algunos casos, un piso) y que encontrar el edificio donde te alojas es una pequeña odisea.
Su servicio de limpieza es bueno, pero lento. Baste decir que nuestra habitación la limpiaron a las 5 de la tarde.
Si hablamos del restaurante (por calificarlo generosamente) estamos hablando de otro mundo.
Su desayuno se sirve tipo buffet. Es escaso en variedad y malo en cuanto a calidad. Y el personal que lo atiende no da un buen servicio.
Teníamos pensión completa para un grupo de 40 personas. La comida tipo buffet del primer día resultó de muy poca variedad y de mala calidad.
Pero la cena ya resultó digna del camarote de los Hermanos Marx. Volvimos de una excursión por el entorno media hora después de cerrar el buffet. A pesar de haber avisado del retraso al hotel y de garantizarnos que nos esperarían, parece ser que no lo comunicaron al restaurante y nos encontramos sin cena preparada. Nos dijeron que lo solucionarían pidiendo la cena a la carta (aunque pagando la misma a precio normal, es decir, perdiendo la pensión completa ya pagada con anterioridad). Pues bien, ni carta, ni nada. Al final, cada uno cenó lo que ellos quisieron: desde un sándwich pésimo, una pobre tortilla francesa totalmente salada, un filete de ternera duro como una piedra. Eso sí, a precios de restaurante de lujo y empleando dos horas en atendernos a todos.
Su ventaja es que en el entorno del hotel no hay restaurante alguno en el que poder cenar o comer sin hacer un largo desplazamiento por malas carreteras.
Resumiendo:
- Hotel de calidad en cuanto a habitaciones y entorno.
- Un servicio de restaurante pésimo, una recepción tercermundista y un servicio general incorrecto.
Lástima porque el lugar merece la pena.