Independientemente de que las habitaciones sean amplias, lo que cuenta es el trato y, en nuestro caso, fue muy malo. Nos dieron una habitación que daba al parking y justo al lado estaban de obras; los obreros estuvieron dando voces hasta las 22 h. Una habitación hacia el otro lado no es solución, porque dan a la avenida principal y el tráfico es continuo. A la 1 de la madrugada empezó a sonar la alarma de la batería del detector de incendios. Llamamos a recepción y no contestaba nadie. Fuimos hasta el mostrador y había un cartel que decía que habían ido a atender un cliente y que pronto volverían. Tras dos horas de espera (en el hall), llamamos a la puerta de la oficina y, sin contestación, volvimos a la habitación dejando una nota en el mostrador para que vinieran cuanto antes a nuestro cuarto. Diez minutos después de golpear la puerta, vino el recepcionista (descalzo y descamisado) diciendo que había estado trabajando fuera del edificio pero que se había pasado por el hall cada diez minutos. ¡Mentira! El hombre se subió a la mesa del televisor para cambiar las pilas al detector y a las 3:30 de la madrugada pudimos volver a dormir. El recepcionista había estado durmiendo hasta que llamamos a la puerta de la oficina. Si en lugar de una alarma sonando, hubiera tenido un problema médico, podría haberme dado por muerta.
La página web del hotel y el recepcionista que nos recibió a nuestra llegada, hablaban de un "deluxe continental breakfast". ¡Mentira! El desayuno es bastante normal-malo: cereales, té, café, zumo no natural, muffins no caseros y una sola máquina para hacer gofres en un hotel tan grande.
Este hotel fue una gran decepción. No volvería y no lo recomiendo en absoluto.