Está situado en una zona montañosa, con posibilidad de actividades al aire libre cercanas (hiking, golf, esquí...). El pueblo está lleno de restaurantes de todo tipo para todos los gustos. El personal del hotel era muy amable, tenías comida y bebida de cortesía en abundancia, y el hotel era muy tranquilo. A sólo 2 horas y media de Nueva York, es un sitio perfecto para el descanso y para pasar un fin de semana para desconectar. A las habitaciones (por lo menos en la que yo estuve) les falta un poquito de decoración que las haga más acogedoras y "caseras", era un poquito impersonal.
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